El cuerpo y el sentido. Hacia una ética de la sexualidad


De la fenomenología al sentido:
En las dos primeras partes del libro “O corpo de carne”, el objetivo del autor es mostrar que es posible una ética de la sexualidad que no caiga ni en el relativismo, disfrazado de una sexualidad liberada (LACROIX, O corpo de carne, p. 30-32), ni en la “gravedad” entendida como esa seriedad que lleva a la represión, culpabilidad, miedo entre,  otros;  por el contario, una ética que sin negar el carácter lúdico de la sexualidad (a través del erotismo) y  su carácter estético (LACROIX, O corpo de carne, p. 61-62),  no niegue su carácter ético que nace de una apuesta del sujeto por el sentido.
Ahora bien, es importante recordar que la racionalidad de la sexualidad no es lógica, sino afectiva, simbólica y puede ser escuchada en los significantes que surgen de los gestos carnales. El sentido,  al cual ya hicimos referencia, viene por los deseos (LACROIX, O corpo de carne, p. 80) y de ese sentido nace el valor de la sexualidad. Podemos decir que el deseo revela el sentido a los sentidos, de este modo se puede dar el paso de la sensación a percepción y luego del cuerpo a la carne (LACROIX, O corpo de carne, p. 54).
No obstante, la ambivalencia de Eros aparece nuevamente al mostrar como el gozo puede imponerse,  imposibilitándonos cultivar el deseo. Esto no significa que gozo y deseo se encuentren en oposición, sino que, como la dictadura del gozo es siempre un peligro, el sexo se desenvuelve como un drama que no se resuelve de una vez por toda, sino que lleva toda la vida.  A lo largo de la vida nos vamos haciendo (o des-haciendo), a costa de los otros y de nosotros mismos. Eso quiere decir que la sexualidad  puede ser un lugar de humanización o deshumanización.
El sentido del interdicto del Otro:
El otro que aparece en la relación me interdicta -me aparece como una regla (LACROIX, O corpo de carne, p. 38), haciendo que el erotismo no pierda su intensidad (LACROIX, O corpo de carne, p. 38), ni se muera el sentido (LACROIX, O corpo de carne, p. 39)- y me recuerda el carácter oblativo de la sexualidad. El carácter memorial del interdicto del otro me abre al futuro, a la promesa que posibilita mantener vivo el deseo, puesto que cuando se cae en la inmediatez o se deja de lado toda  regla el deseo muere, con el agravio de que el sentido es del orden del deseo.

Del sentido a la ética:
El sujeto de la ética es aquel que se auto-determina y se decide por el sentido. Actuando se realiza así mismo. Ese sujeto está existencialmente implicado en la acción que escoge y mediante esta se auto-escoge. Mientras que en  el horizonte ético nos hacemos haciendo, en el relacional nos tornamos relacionales  cuando decidimos decidiéndonos con el otro. La ley de la relación es el otros que aparece como un apelo, como un interdicto, haciendo memoria de los significantes de la sexualidad, este hacer memoria me hace testigo del sentido de la relación y de la posibilidad de seguir diciéndome por el deseo.
Visto así,  la ética de la sexualidad no es del orden de la hetero-nomía, sino de la autero-nomía. La ley no viene del exterior sino que nace del encuentro con el otro y del interdicto que es memoria del deseo. Sabemos que sexo significa cortar, de modo que  Eros me pone en contacto con el otro, pero al mismo tiempo me aparta. La ética de la sexualidad apunta al cuidado que permite que la separación posibilite el encuentro y el encuentro facilite la separación que fomenta el deseo.  Por eso, la ética es responsabilidad y cuidado por el otro, el cual es un don al cual estoy convidado a cuidar, del mismo modo que yo soy don para el otro. Ahora bien, ese don llega a mí como cuerpo/carne, el otro se dona en la carne. Asumirlo como don me coloca en la perspectiva de  un proceso de encarnación en la carne del otro, el cual facilita mi proceso de encarnación.
Resumiendo:
Resumiendo y concluyendo, todo gesto  es significante, cargado de sentido,  (LACROIX, O corpo de carne, p. 80) y toda experiencia del cuerpo carnal desemboca en la del cuerpo-expresión (LACROIX, O corpo de carne, p. 74) que nos abre al sentido (cuerpo visto a partir del rostro, se pasa de la relación sexual a la intersubjetiva), ahora bien, la moral es lo que obliga cuando se apuesta por el sentido frente a sin-sentido (LACROIX, O corpo de carne, p. 104) y, una vez que se ha vislumbrado el sentido es necesario adherirse a él para hacernos responsable del otro (LACROIX, O corpo de carne, p. 108), con la responsabilidad comienza la ética (LACROIX, O corpo de carne, p. 108). La ética de la sexualidad como ética del cuidado es ética del don, del deseo, de la ternura, que promueve el crecimiento del ser humano como ser separado y ser relacional. La ética de la sexualidad cuida del deseo para que se transforme en amor. (Por Ricardo Antonio Lacor, pseudônimo, aluno).

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